sábado, 26 de noviembre de 2016

Color Opiáceo

Paisajes deformes
crean ojos ciegos de amanecer,
figuras borrosas de corte espectral
se esconden tras las pinceladas
que narran las hojas marchitas de la vida.
Color opiáceo domina la presencia del cuadro,
que camina hacia la luz,
una luz que narra
el camino del caminar,
que se apaga hasta
que Hades asoma por la ventana.
Negro, ausente de color,
negro, deja de ocultar
las pinceladas de la vida,
negro, no eres más
que el miedo a la muerte,
negro, no eres el fin,
eres la fusión con la naturaleza

martes, 22 de noviembre de 2016

Carta a Sánchez Dragó

Sánchez Dragó: "La sanidad pública no debería existir".
"Mi visión es la de que todo ser humano tiene que ser responsable de lo que le sucede y que no tiene que haber una responsabilidad colectiva. Luego, cada ser humano puede, si quiere, manejando la famosa solidaridad y todo eso que está tan de moda, ayudar a sus semejantes, pero no es una obligación, es una devoción."


Estimado Sánchez Dragó,
le escribo esta pequeña carta, aunque sé de antemano que nunca la leerá. Tengo alguno de sus libros, y ciertamente me han aportado cosas interesantes. Perdone mi ignorancia, pero su odio a occidente es insano. Si, a todos nos gustaría disponer de tiempo para leer y cultivarnos individualmente. Sin pensamiento crítico y sin un profundo desarrollo de los individuos como tal, la democracia, la libertad y la justicia son una quimera.Escúcheme atentamente, usted ha viajado por la India, China, Japón y gran parte del mundo oriental; olvida que el ser humano forma parte de un proceso colectivo, desde los primeros homínidos hasta hoy. Las religiones orientales están muy bien. No lo dudo.Pero tienen en común negar la existencia humana, es decir, las pasiones y estas mueven el mundo, para bien o para mal. Matarlas es negar la realidad, usted lo sabe. Quizás no tenga su poder espiritual ni haya alcanzado el Nirvana,pero una cosa si tengo clara, usted está al lado de esa élite casposa que pudo cambiar el mundo, pero que sin embargo huyó de él para refugiarse en el desenfreno y el placer sin ningún pudor.
No soy una institución moral para rebatir su modo de vida ni su ética, si la tiene.Tuvo la suerte, por nacer rico, de viajar, escribir, y realizar sus sueños. Nunca lo olvide, grandes talentos se quedaron, quedan y quedarán en el camino porque no tuvieron su oportunidad. No me hable de responsabilidad individual. Cada uno lo es de sus actos, pero nadie elige su nacimiento y circunstancias. Usted no es un sabio, es un pedante con amplios conocimientos, usted ha olvidado que significa la palabra humanismo. Usted vive fuera de la realidad, como todo aquel que no ha tenido que apretar el culo. Usted no es humilde ni puede dar lecciones a nadie. Usted me causa repugnancia al afirmar que la sanidad pública no debe existir. Usted si. Gracias a gente como usted recuerdo que no debo olvidar quién soy y que hay gente por la que luchar.

Atentamente,
Diego Torres.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Tran, trans, tra

Tran sición
tran sexual
trans génico
trans portado
tran vía
tran quilizado
trans mediterráneo
trans mutado
tan tra
tra vieso
tra avieso
tran xilium
tra tado
i
do
la
trado

Todos los derechos reservados©. Diego Torres 2016

jueves, 25 de agosto de 2016

Reiki

La recta no acaba y no deja surco,
Acaso pequeños flecos de líneas discontinuas,
En el desierto solitario permanecen firmes los cactus
Y levanta el viento pequeñas motas de polvo;
En el amparo del fuego vespertino,
De la calada efímera, se concentran fotogramas
En un punto cualquiera, en un momento indefinido.

Bailan las rodaduras en esta autopista desconocida,
Como un águila que husmea  el horizonte
Y se escapa volando sin previo aviso,
Sin esfuerzo, la muerte es el olvido.

La piel divaga sin prisas al punto de partida,
Vuelve al atómico vacío,
Al baile eléctrico de la nada.

Y quedan radiografías inconexas que despiertan
Con un olor, un sabor, una imagen,
En esa fluorescencia diáfana y engañosa,
Quizás real o fantasiosa que crea nuestra mente.

Seres extraños ríen y argumentan
Bajo oscuras gafas,
Bajo la atenta mirada del minutero;
Sólo quedan historias contadas
Y mecanografiadas por morfemas repetidos.

Se escaparon las noches abiertas bajo las estrellas,
Se escaparon las noches en vela.

Nos une la literatura y la ficción,
La rutina y la tostada,
El tacto continuado,
El cerebro reptiliano
Y el inabarcable mundo de las emociones.

Todos los derechos están reservados©.Diego Torres 2016


lunes, 6 de junio de 2016

Tres rosas púrpuras

Peregrino de silencios
En el pequeño habitáculo de paredes herrumbrosas.
Allí los relojes no tienen movimiento
Y carece el sol de brazos.
Matriz sedosa de amianto
Donde se dirimen pequeñas escaramuzas
Al son de lejanos bullicios.
El universo se comprime
En un bosque de helechos
Who want to live forever?
Divaga por una autopista
De orejas cónicas y ojos impávidos
La recta se alarga entre arcillosas cimas
De cal y avena.
El humo de un cigarrillo  se expande
Y Angelo Badalamanti dirige su orquesta,
La soledad la inventó Dios
Y su influjo alimentó al deseo.


Siempre nos quedará Paris
Dibujada en postales amarillentas,
Un  viejo televisor del desván cubierto de polvo,
Una baraja española desordenada,
Su voz extinguida,
La continua despedida y renacer
De encuentros encadenados.
Siempre nos quedará el sístole
Mientras embarca la luna
En un galeote sin dueño,
Siempre…


Flota un petrolero sobre algodón de azúcar,
El Cerro Rico de Potosí digiere dolor en sus entrañas.
De sus múltiples abismos nació Europa
Con el sudor y sangre de miles de historias anónimas.

Tres rosas púrpuras te entrego,
Te invito a mi cueva, a la oscuridad de su estancia,
Te invito a encontrar un lugar en este mundo
¡Quizás no debamos salir de estas cuatro paredes!


Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016

lunes, 25 de abril de 2016

Un mal compañero de viaje

Brotan candentes las voces del fondo de la tierra,
Brota el magma  y el ácido gástrico
Con la fuerza de fuentes de agua
Catapultadas por impulsos eléctricos
De anguilas etéreas.

Un sabor a sangre coagulada
Resbala por tu comisura,
La noche vuelve y con ella la luna.
Los gatos maúllan entre la basura,
Una mujer acecha en una oscura esquina
Esperando unos cuantos billetes grasientos
A cambio de un bistec tostado y frío.

Al fin banderas blancas en el horizonte;
Silencio, en tus taciturnos ojos,
La vida es así querida:
Es una transacción de agua, fuego y tierra.
El viento ulula y arrastra jeroglíficos desgastados
Y Ante el dictado de lo inmediato sucumbo de necesidad,
Lo quiero todo, absorber cada aroma,
Beber de cada río, de cada piel.
No lo entiendes preciosa, juego a ser inmortal,
Por eso no bailo en las discotecas,
Por eso hablo menos, las palabras sólo inducen a error,
A utopías políticas y trajes de boda.
Escucha lo que te digo,
Ya nada me importa,
Antes o después me postraré en el cadalso,
Tú también lo harás.
Amo la libertad por encima de todo,
Sus discontinuos y efímeros vapores,
Soy un solitario, un egoísta,
Soy en definitiva, un mal compañero de viaje.


Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016

lunes, 18 de abril de 2016

MIS PADRES NUNCA FUERON COMO IÓSEF STALIN


Tras semanas inactivo vuelvo a escribir en Reflexiones de una Calavera mexicana. La musa anda un poco apagada últimamente, no sé cuál serán las razones, quizás el cansancio o más bien el limitado tiempo del que dispongo.  Corren sin mesura los días sin un resquicio  para saborear los diferentes aromas que me rodean; las maletas se llenan y  vacían, se cargan y descargan, y la vista de túnel impera tras  largas jornadas laborales. Sin duda las letras se emborronan en mis ojos y las hojas pasan lentas, casi no recuerdo lo que leo.

Este artículo fluye sin guión marcado y desconozco donde llegará a parar, así que pido disculpas si no está a la altura. Hace relativamente poco vi un documental que trataba sobre el ascenso al poder y la trayectoria de Iósef  Stalin en el gobierno de la URSS. No se confundan no voy a hablar de política sino de las intrincadas relaciones entre padres e hijos. Stalin tuvo tres hijos, los cuales tuvieron finales trágicos. Svetlana Alilúyeva, su hija predilecta falleció hace escasos años, sumida en la pobreza, en Estados Unidos. Su padre pasaba gran parte de las horas y del día rodeado de sus temerosos prosélitos en una nube de intrigas reales, soñadas y la mayoría imaginadas. Stalin gustaba de la caza y de las actividades del campo y pasaba alejado de su familia largas temporadas. Se comunicaba por misivas y el supuesto suicidio de su mujer, producido horas después de una discusión en público entre los cónyuges, produjo un dolor irreparable en unos hijos que se bañaban en oro y comían caviar, pero vivían una realidad ajena al sufrimiento y las carencias propias de su tiempo. Intento ponerme en la piel de esas criaturas y navegar en sus mentes ¿Puede un tirano ser un buen padre? ¿Es el estigma de ser quién eres  difícil de superar? ¿Hasta dónde debe llegar la influencia y la educación de los padres y el laissez faire? No cabe discusión de que la potenciación de las aptitudes de los niños en edades tempranas producirá una disminución de las frustraciones futuras y una menor incidencia de la depresión y las enfermedades mentales.

En cuanto a la pregunta de si un tirano puede ser un buen padre, mi respuesta es negativa.  Somos seres curiosos, la prohibición constante, la privación de nuevas experiencias y la herencia del miedo sólo conducen a una espiral de naufragios y ceguera. La vida de por sí es complicada como para poner barreras que impidan la navegación interior y exterior de nuestros sentidos. No discuto que en la sociedad debe regir una mínima ética y unas leyes que mantengan el equilibrio en la convivencia. Mi crítica va dirigida hacia una educación obsoleta basada en la competitividad y la repetición de contenidos que no busca ni le interesa el desarrollo individual de cada individuo. Así mismo  en las familias cada vez imperan más los extremos, pasando de padres superprotectores, a padres que promueven el libertinaje y la dejadez más atroz. Creo que algunos padres juegan a ser dioses con sus hijos, como sí al ser creadores tuvieran el derecho de implantar unos dogmas de fe  que los descendientes tienen que atajar sin miramientos. Cuántos libros se han escrito sobre esto, sobre todo en el romanticismo. La ruptura de estilos de vida marcados, de amores concertados y sueños prescritos. Qué complicado debe ser padre y qué desconocidos son para los hijos, que siempre verán la imagen que proyectan, nunca la realidad, porque la realidad es dura o por lo menos desconcertante. 

Somos humanos, nada más, cargados de secretos, de intrigas, de mensajes encriptados, somos esclavos de procesos estocásticos, del vacío de nuestros átomos. Creo en la democracia, pero nunca voy a negociar mi libertad. Mis padres nunca fueron como Iósef Stalin. Espero que los vuestros tampoco.


Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016

lunes, 28 de marzo de 2016

ARIADNA CUENCA

Lloran las plañideras en el lúgubre cementerio de la calle  General Goytisolo; la despedida fue breve y poco concurrida, unas hormigas devoran el exoesqueleto de un  escarabajo en un descolorido, demacrado y amarillento césped. Las campanas doblan al compás del suave ondular de las copas de unos ceremoniosos cipreses. Son silenciosos espectadores de todas las exequias habidas en la ciudad, de bellos discursos, de miradas furtivas y de los pasos de cientos y cientos de zapatos relucientes y embetunados.

Ariadna falleció en una calurosa tarde de verano,  con un marcado rictus y una mirada inexpresiva en los ojos; las auxiliares de enfermería inmovilizan su mentón, asean con avidez su cuerpo inerte y lo visten. Una vez terminado todo esto la transportan en camilla a la fría morgue a la espera de la llegada de los trabajadores de la funeraria y de sus escasos familiares. Su último día fue tan rutinario y solitario como de costumbre: desayuno a las 09:00, comida a las 13:30, merienda a las 17:00 y cena a las 19:30. Nadie ve la televisión pero está encendida, todas las tardes los mismos familiares visitan a unos cuantos afortunados ancianos, el resto deambula por los pasillos a pie o en silla de ruedas, unos en silencio, otros lloriqueando y/o profiriendo sonidos ininteligibles. Ella nunca tuvo la suerte de visitarle el don del olvido y de pasar sus últimos días en estado vegetativo, conservó la memoria intacta hasta el último aliento. El dolor y el sufrimiento se van deteriorando con el tiempo, empero van secando sonrisas e ilusiones y forjan una inexpugnable coraza de hierro que impide que florezca la esperanza.

Francisco paseaba en paralelo, aunque a una distancia considerable de Ariadna, tras ellos unas cuantas enlutadas y unos sonrientes y legañosos chiquillos. Frente a una fuente de mármol y bajo un espeso olivo charlan y se engullen con los ojos, ante la atenta mirada de la ilustre comitiva de los vigías del orden y la pulcritud. Unos meses después contrajeron matrimonio, mas la felicidad dura poco en la casa del pobre. Paco, como todos le llamaban, puso rumbo a las américas, en busca de caudales con los que comprar una hacienda en su amada tierra. 


Pasaron los años y las misivas eran cada vez más escasas; la aventura que parecía que iba a durar poco  empezó a hacerse eterna. Aun así aguantaba Ariadna como Penélope las tentaciones y la dureza de la soledad. Sudores y rezos, a la luz del candil; tormentas de caricias y besos se esfuman al alba. Despierta entre cuadros bucólicos y el calor de húmedos sueños, el remordimiento y la pesadumbre le cubren de escarcha el pelo, palidecen su piel y endurecen su alma. Casi no llega dinero y sus hermanos se hacen cargo de sus necesidades básicas, además de proteger a capa y espada su dignidad. Sus apariciones en la vida pública no son frecuentes y se reducen al mercado y a la misa de los domingos, por supuesto, siempre acompañada de sus cuñadas. Pasaron cuarenta años desde la última vez que vio a Paco, ella ya no es esa mujer lozana de ojos verdes y tez morena, no transpira casi vida por sus doloridos poros, su piel se ha convertido en escamas tras tantos años de abstención y penitencia a base de latigazos. Parece mentira pero no hace muchas décadas la sociedad premiaba el dolor gratuito y castigaba la felicidad.  Hoy caminamos hacia el libertinaje más atroz, parece que Aristóteles no hay triunfado. Paco volvió, ojeroso, cansado y con unas cuantas mudas en la maleta de cartón. Sin más pertenencias que su deteriorado cuerpo y su anillo de oro de casado.


Dos extraños, dos sombras de su juventud observan el atardecer sentados en una silla de mimbre, mientras las avispas succionan el dulce néctar de las uvas de una parra que cubre  un techo de alambre .Ella lo cuidó hasta el fin de sus días, no por amor sino por deber. Francisco murió en pocos años y se convirtió en viuda por decreto, aunque siempre lo había sido. Ariadna jamás supo de las vivencias de su marido; ciertos rumores indican que tuvo hijos y que se divorció allá en la Argentina, otros indican que  se enganchó al juego y a las prostitutas y llevó  una vida licenciosa hasta que fundió toda su plata. Sólo él sabía la verdad, ella jamás se lo preguntó. 



Todos los derechos están reservados ©. Diego Torres 2016.

miércoles, 16 de marzo de 2016

De semáforos y amaneceres

La luz de sol se agotó hace escasos minutos, entre el ondulante reflejo de los faros y la plataforma petrolífera navega un pequeño barco de mercancías; la primavera llega a Almería, quizás nunca se fue, el viento fumó la pipa de la paz tras días de agudos silbidos. A la lejanía se atisba una serpiente roja con lunares verdes, la vida está en la calle, y transpira sudor en el paseo con la cadencia de auriculares y expiraciones intensas.

En el otro mundo miles de post, de noticias falsas y de opiniones sin contrastar y aleatorias. La era de la sobre-desinformación está totalmente implantada en nuestros circuitos eléctricos; comentamos imágenes mientras el mar baila un vals con la luna, eso sí, las sonrisas nunca faltan ni sobran, tampoco el narcisismo y la adulación. Sí todos hemos pecado alguna vez y hemos querido encontrar comprensión y estima en un emoticono. Y todo fluye con rapidez, con simples clics, sin paladear una foto, un cuadro, un poema, un artículo o una simple frase. Ya nada tiene valor, o eso parece,  internet ha ahogado al papel, ha enterrado la sorpresa, el olor de los periódicos y los debates de besugos. Con un chas la solución a todo. Sin esfuerzos.

La decadencia se define según la RAE como la acción y el efecto de decaer. De estos temas hablaba el gran filósofo y ensayista José Ortega y Gasset. Hablaba de la rebelión de las masas, que lo llenan todo y lo consumen sin ningún sentido, sin ningún alto objetivo ni compromiso con el progreso; para él las élites o aristocracia no son los poderosos ni los más ricos sino aquellos hombres y mujeres de cultura abundante que saben de su responsabilidad para con el estado y el bienestar común de la ciudadanía. Digo esto todo esto porque aprecio que estamos próximos a la llamada “Altura de los tiempos” no sólo por la incertidumbre económica ni por la enfermedad crónica que padece el capitalismo, sino por las miradas vacías que encuentro en las plazas, el automatismo o el insaciable deseo por poseer. El sistema escupe gente a la calle, en la calle no hay sueños e ideales; se alzan banderas muertas, Epicuro se retuerce en otra dimensión o quizás ha sufrido la tortura de una reencarnación forzosa. Sin embargo intento no entrar en el bucle del apocalipsis y disiento del –tiempos pasados fueron mejores-, en todas las épocas hubo que derribar puertas macizas y leyes morales inmutables. Sí, en mi opinión la ética está en horas bajas, y hay más oscuridad y ceguera de lo que creemos, mas no podrán hundir la curiosidad de las islas, a los niños filósofos, a los poetas malditos y a los amantes de la belleza y la vida. Siempre habrá desigualdad e injusticia, siempre habrá clases, tablas de ajedrez y juegos de cartas; aun así tengo esperanza y deseo que se rompan los ciclos del poder (democracia-Tiranía-democracia), deseo que nos conozcamos más a nosotros mismos y a los que nos rodean. Quizás la realidad virtual y la neurociencia nos lleven a mundos en los que podamos sentir en nuestros cuerpos la pobreza, la venganza, el hambre y toda la mierda que nos rodea y nos convirtamos en un ser colectivo y cooperativo. Un ser empático, realmente humano; esto no es más que un sueño, creo que el tiempo nunca fue lineal y desde Solón hasta ahora se han repetido los mismos errores.  Estoy cansado de tanto miedo. El lobo más feroz y peligroso está dentro de nosotros mismos.


Todos los derechos están reservados ©. Diego Torres 2016.

domingo, 28 de febrero de 2016

ERNESTO SUÁREZ

En el parque de Mofragüe una hilera de buitres descansan sobre un afilado y blanquecino saliente, contemplando los brazos  turquesas del parsimonioso  Tajo. Dos ninfas corretean bajo la espesura de fresnos y chopos; la tarde es calurosa y seca, propia del estío, el aire es plomizo y las cigarras buscan el amor impulsivamente, ajenas a tanta quietud.

Diego de Ribera apura en una venta un vaso de  vino peleón  y da justo fin a un contundente y abundante plato de migas extremeñas. Todo está preparado para partir hacia Sevilla, puente intermedio entre las indias y sus sueños; las alforjas están  llenas y los caballos ensillados. Semanas más tarde, en el cabo de Palos se embarcan doscientos soldados con sus bocas repletas de caries, sus cabellos grasientos  y sus hirsutas barbas. Se lanzan las carabelas al inhóspito océano Atlántico, las cruces los amparan de las sirenas y de las oscuras profundidades del siempre hambriento  y caprichoso  Poseidón. El viaje es plácido y el viento favorece sus designios,  hasta las ratas conservan un estado de calma que les aparta de la ansiedad por mordisquearlo todo y propagar enfermedades. No hay motines  y toda la agresividad sexual se concentra y se almacena para el nuevo mundo; un arsenal de bacterias, biblias y pólvora  junto a la codicia y la avidez son buenas razones para creer en la victoria.

Un golpe húmedo y bochornoso los recibió en Veracruz, ciudad fundada por el excelentísimo Hernán
Cortés, por fin podían ir en busca de metales preciosos y vírgenes asustadas, por fin podían vestirse de dioses crueles y sin moral; con los indios no hay piedad, ni existe la palabra empatía, son animales con forma humana. Diego de Ribera escruta cada palmo de selva, cada cordillera, cada río, cada playa, dejando tras de sí un reguero de dolor, confusión y venganza; mezclando cromosomas, enfermedades, prejuicios y esperanza. Diego murió de disentería, rico y mezquino, ignorante de haber influido en tantas pequeñas historias, ignorante de haber cambiado tantas pequeñas vidas.

El padre Anselmo celebra su setenta cumpleaños rodeado de sonrientes niños de piel tostada; cantan canciones, y hacen aguadillas en las turbias pero reposadas aguas de un pequeño lago. Anselmo abandonó España hace casi más de cuarenta años; de ideología marxista, encontró en El Salvador un lugar en el mundo donde poner en práctica sus inquietudes, su amor a Dios, a la vida y a la justicia. Él nunca se casó con la Iglesia de Roma, por esta razón creyó que su destino no se encontraba en la pequeña parroquia burgalesa de Covarrubias, sino en ultramar. El padre Anselmo cree que Dios es todo y que se encuentra en los átomos de cada ser vivo y en la materia inerte. Cree en la evolución del hombre hacia la igualdad social, cree que la vida son pequeñas luchas individuales y que la felicidad y el progreso se alcanzarán con la libertad colectiva. Es un niño cargado de utopías o quizás un loco con sotana; puede que un visionario, pero jamás se podrá poner en duda su labor educativa  y su humanismo. Sus actos se perderán como los de tantos otros seres que han iluminado y llenado de esperanza esta caótica esfera.

Ernesto Suárez y su pandilla de forajidos huyen de la ley  y van a parar al  pequeño poblado de  Santa Mónica, en las profundidades de la selva. Portan armas y caras de pocos amigos, están sedientos, cansados, hambrientos y rabiosos. Lupita corre a avisar al padre Anselmo; todos se guarecen en sus humildes chozas debido a la llegada de estos peligrosos extraños. Tras una corta discusión una bala impacta sobre la sien del padre, provocando el súbito desplome  de su cuerpo en el barro. Un convite desagradable se acerca y la historia se repite, el mestizo Suárez, un contrabandista sin escrúpulos, se alimenta de la inocencia de estas pobres indígenas. Mientras tanto, sus secuaces abren fuego y dan caza a sus maridos ante la atenta mirada de unos horrorizados y perplejos niños. Sin saberlo Ernesto alimenta el insaciable molino de la venganza, que gira y gira sin descanso. Sin saberlo  ha escrito las mismas líneas que Diego de Ribera; no lo sabe, empero es hijo de un largo linaje de conquistadores. No es consciente de que el padre Anselmo contiene su sangre, que todo comenzó en Lerma y en Veracruz, que ambos provienen del polen que transportó los vientos y que la muerte los volvió a unir; que uno apretó el gatillo y otro pintó el muro de sangre. Ernesto, tu historia está en la biblia y es más antigua que el diluvio, es la historia del fratricidio, es la historia que nunca deja de repetirse.


Todos los derechos están reservados ©. Diego Torres 2016.

miércoles, 24 de febrero de 2016

FRANCIS HINAULT

Es asombroso como la calima te invade los pulmones lentamente, de forma implacable y silenciosa. El desierto te engulle al ritmo de Frédéric Chopin; un avión sobrevuela un mar de cenizas suspendidas y yo estoy aquí junto a la ventana viendo como los pescadores al término de sus labores  llegan a tierra y con suma paciencia remiendan sus redes.

Mi abuelo Antonio Moreno tenía una pequeña casa en Aguamarga  donde todos pasábamos las vacaciones en familia tras los fríos y largos inviernos parisinos.  Mi familia abandonó España en los tiempos del estraperlo, el tifus, los piojos y las cartillas de racionamiento; la pesca era escasa y las divisas inexistentes, por lo que mi abuelo y mi abuela emprendieron un larga marcha en tren hacia Francia. Dejaron el aroma salino a sus espaldas, los amaneceres soleados, dejaron varada su barca sobre la sedosa y dorada arena de la playa, la dejaron portando dos pequeñas maletas cargadas de miedos. Yo sé que parte de ellos murió ese mismo día, podía verlo en sus ojos en cada viaje de vuelta o cuando abríamos su amarillento álbum de fotos.

Esta maldita tos me está matando y a pesar de ello sigo fumando; no hay retorno, los coágulos nacen dentro de mí como los champiñones en el estiércol y mi diagnóstico es tajante: Cáncer de Pulmón. El médico me dio unos meses de vida, me aconsejó que me olvidara de tratamientos y le sorprendió que no hubiera acudido antes a realizarme pruebas debido a mi pésimo estado de salud. Yo le dije que llevaba muriendo poco a poco mucho tiempo, quizás años.

Todo comenzó aquella noche cuando María y yo hicimos el amor en la playa de los Escullos; era 1990 y en los pueblos imperaban el pudor y el qué dirán, cosa que no es sorprendente tras tantos años de autarquía y hermetismo cultural. Ese verano fue el más especial de todos, no sólo por los grandes momentos que viví junto a María, sino porque fue el último que pasamos en familia. Mi abuelo falleció unos meses después de un infarto de miocardio y a mi abuela se la llevó seguidamente la neumonía y la tristeza. Mi madre vendió la casa y por consiguiente dejamos de veranear en ese pequeño reducto de la virgen y por entonces despoblada costa de Almería. María quedó embarazada ese verano y tras varias angustiosas misivas decidimos (bajo mi presión) que viajara a Paris a escondidas  para  practicarse un aborto. Cuando todo terminó ella tenía la piel muy pálida y la  mirada perdida, como si estuviera ausente, no había rastro de esa inocente y alegre sonrisa que normalmente dibujaban sus carnosos labios. Jamás volví a verla, ni a sentirla, ni a besarla. El remordimiento nos alejó, dejé de escribirle, intentaba mantenerme ocupado en mis estudios de derecho y ciencias políticas para olvidar tan  desagradable suceso. Llegué a culparla, a odiarla incluso, mi ansiedad crecía como una escalera de caracol sin fin y tan sólo la actividad, el alcohol y el tabaco podían calmarla. Jaime me llamó por teléfono aquella tarde del nueve de Febrero, el cadáver de María fue encontrado en la playa de los Muertos en Carboneras, llevaba varios días desaparecida; no había signos de violencia y la policía descartó el asesinato. Una sensación de angustia y más tarde de sosiego se apoderaron de mí. Cientos de imágenes se agolpaban en mi cabeza: su cadáver flotando entre las rocas, su piel y sus rosados pezones, sus hermosos silencios, los granizados de café, su fantasmagórica presencia tras el aborto, nuestros paseos en barca por la cala del Plomo y el olor perfumado de sus cartas. Sí, yo también me suicidé aquel día, desde entonces vivo con la náusea de Sartre y bajo los principios del existencialismo más salvaje.

Han pasado veinte años y miles de escenas y aquí estoy de nuevo frente al mar, en Aguamarga, donde todo empezó y donde todo acabará, frente a esa masa de agua que todo lo engulle, ante ese enorme monstruo inocente y feroz, caprichoso y generoso, que nos ilumina y nos hace más humanos. Recuerdo las curtidas manos de mi abuelo, sus acertadas predicciones sobre el tiempo, el brillo de sus ojos ante una captura, su amor a la vida, a su barca y a su esposa. Siempre admiré y envidié a ese tipo de hombres sencillos que aman lo que hacen, esos hombres y mujeres atemporales, eternos, libres y sabios.

Estoy sólo en este mundo y mi hora se acerca. No creo en la justicia ni en la divina providencia, tampoco en el karma, mis ideales murieron el día que recibí esa llamada, murieron cuando sentencié a muerte al ser más bello de la faz de la tierra.  Estoy divorciado, mi alcoholismo, mis devaneos y  mi licenciosa vida me  han alejado de mi hija para siempre. Ese candoroso angelito que sin culpa alguna ha heredado el fruto de la infelicidad y la bilis de mis entrañas. Estoy sólo, infinitamente sólo, sentado en una silla de esparto esperando a que me lleve el viento. No sé si merezco que el mar me trague, soy un hombre cobarde. Deseo otra oportunidad, esta la perdí al Black Jack, no sé si Heráclito tiene razón, no sé si el tiempo y la vida son circulares, si en otra dimensión podré cambiar el rumbo de  los acontecimientos y redimir mis pecados. No lo sé. Quiero volver a la nada, quiero volver a empezar.


Todos los derechos reservados©. Diego Torres 2015.

domingo, 21 de febrero de 2016

LAURA

En la calle de Lavapiés se fusionan los aceitosos manjares de la cocina india con la música tribal africana, entre otras fragancias, en un crisol apetitoso de orígenes dispersos y atrayentes. Laura pide Tikka Masala, pan ácimo y una amalgama de verduras al curry, mientras Pablo desnuda con la mirada a una joven pin up que a escasos metros ríe a carcajadas a causa del curioso y exótico acento de uno de los camareros.

En la Puerta del Sol bosteza el oso del Madroño; se prepara una manifestación más contra la antiquísima monarquía de los borbones en un baño de banderas tricolores y éxtasis morado. - ¡Viva la república!- Gritan los indignados. Los hay de todas las edades: unos  nacidos bajo el báculo de Miguel Primo de Rivera,  otros bajo el breve y caótico gobierno de Largo Caballero, esos ante la atenta mirada del rígido, fino y tiránico bigote del gallego Francisco Franco, estos nacidos ante la hipnótica verborrea de Isidoro (Felipe González), el puño que alzó la rosa y aquellos ante la risa sardónica y las manos de cemento de José María Aznar, el estadista castellano, uno de los vértices de las Azores.

Laura flirtea con un helado de mango y con cierta obnubilación escucha las novedades acaecidas en el pequeño y obtuso mundo laboral de Pablo. Ese día no se encontraba con ánimo  para escuchar la narración de  pequeñas escaramuzas fútiles ni para tediosos y universales  discursos morales. Ella sufrió ya en sus carnes la pútrida guerrilla de los epítetos, los efectos secundarios de  constantes juicios comparativos y la encarnizada y ávida lucha por cubrir el amplio espectro de la soledad y el vacío mediante el arte del pisoteo y la infelicidad ajena. Ella había dejado su trabajo; una locura en los tiempos de crisis que corren, para dedicarse a lo que más amaba, el arte de la papiroflexia. De sus finos dedos nacen figuras que arrancan sonrisas a los niños y que sorprenden a adultos curiosos por la ambigua y desconcertante forma de éstas. En su pequeño taller, en su triste habitación sin ventanas, ante la exigua luz de una bombilla, se encuentran en una leja ordenados marcialmente dragones con cabellos fucsias y patas de perro, minotauros vestidos de traje y corbata,  elfos con camisetas de Iron Maiden, un barco con las frágiles alas de Ícaro e infinidad de seres de índole surrealista.  Cada sábado encontraba un hueco donde exponer sus obras bajo la magnánima sombra de un roble en el parque del Retiro y aunque su propósito no era lucrarse, no vive el pez sin agua y no hay subsidios que cien años duren y por esta razón accedía a poner precio a la belleza de su arte.

Pablo continuaba con su vehemente perorata, dibujando laberintos y espirales, creando asociaciones entre el desabastecimiento de los supermercados en Venezuela y la caída de los precios del crudo; divagando, escrutando por medio de los titulares del periódico el estado de países lejanos y empatizando superfluamente con el dolor que emana y crece de la guerra, la pobreza y la destrucción. Laura le pide encarecidamente que pare de hablar y se sustraiga de la lectura del Apocalipsis, viva  y respire por un momento el instante y el fugaz presente. Él la mira perplejo y ahíto de sus labios, de su pelo y de su cuerpo, estalla confesándole que se ha enamorado de una chica que conoció en una asamblea de Podemos y que lo mejor es finiquitar la relación que los une. Laura con una pasmosa tranquilidad encaja el dardo envenenado y le dice que su relación murió el día en qué él dejó  de ser un niño y se convertirtió en otro muerto viviente más, en otra alma que se retuerce en las lóbregas aguas del Lago Estigia, en otro esclavo de la uniformidad de las leyes y el destino. Laura se marcha del local sabiendo que una parte de ella ha fenecido. Poco a poco irán borrándose miles de fotogramas y de caricias y hasta el hijo de su voz, Laura ha conseguido uno de los más preciosos dones, amarse a sí misma y caminar por delante del miedo.


Todos los derechos reservados©. Diego Torres 2016

lunes, 15 de febrero de 2016

Luna de Sangre

Naftalina y energía discontinua,
Allí estábamos enjuagando nuestras pleuras en agua astral;
La luna de sangre nos transporta al roble
Y A los afrutados olores del vino,
Al consumo lento del incienso
Y a la catarsis que producen las llamas del fuego.

¡Oh luna de sangre! Del poroso basalto germinan frutos carnosos,
De la destrucción nace la vida: espartana, vigorosa y floreciente.
Del acero candente y las manos de Hefesto
Se forjan blasones, escudos y ducados.


¡Oh luna de sangre¡
Te adoramos, bebemos de tu soma
Y de tu unidad infranqueable e indivisible.
¡Oh luz que ilumina los ensueños, Oh maestra seductora!
Eres la reina de los mares,
Eres el clítoris erecto del universo,
La soledad vestida de seda,
La letra escarlata y  la purgadora de anhelos.

¡Oh luna de sangre!
Eres la caja de Pandora, el bocado de Adán,
Eres la testigo del ciclo del barro
Y de la maestría de los alfareros.

¡Oh luna de sangre!
Madre de cálidos brazos y amante entregada,
Sube conmigo al barco
Y acompáñame hasta el próximo acto.
La función está a punto de comenzar…

Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016

viernes, 12 de febrero de 2016

Quizás Alejandro no fue Magno

Un cónico despertar se aproxima
Bajo una taza de espumosos cirros.
Partículas minúsculas  chocan, divagan
Y centellean en el espectro visible de los rayos del sol.

Extramuros comienza la fotosíntesis para algunos,
Para otros, catabolismo y destrucción.
El café está listo y la tostada se funde con la mantequilla
Mezclando sabores lejanos, como se mezclan las guerras,
Los atentados, las violaciones y los asesinatos con la sobremesa.

Una mujer se adentra en una miscelánea de fotogramas.
Disonancia cognitiva, El señor Prejuicio
Invita al miedo a una copa y juntos bailan Foxtrot
Ante la brillante retórica  de  Cicerón.
Debo padecer diplopía o quizás seamos dobles
Triples, cuádruples entes.
Quizás la palmadita sobra en la espalda,
Como los consejos y la moral elevada.
Quizás Alejando no fue Magno
Y todo es ficción y literatura,
Quizás los guiones más surrealistas
Están en la propia realidad.

Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016.


miércoles, 10 de febrero de 2016

Erosión gravitacional

Un corrosivo murmullo se acantona en los armarios,
Mas en el sístole de la madrugada dibuja espirales
El fementido altar de secantes,
El ágora vestido de incienso
 Y Rodeado de uniformes trazos sujeto
A las leyes de la geometría y la termodinámica.


Entropía y espejos que refractan carencias ignotas,
Cubitos opacos flotan en un vaso de Chivas
Consumiendo brotes esquizofrénicos
De morfemas rabiosos, de imágenes contrapuestas y contrahechas.

Folie a deux en la Gran Vía:
Taxis licántropos, clochards y vino,
Cámaras, infinitas cámaras, el Museo del jamón,
Restaurantes de subsuelo y butacas llenas.

Smog ácido y continua búsqueda de melodías extintas,
De bóvedas erosionadas y frases de azucarillo;
El olor a Gallinejas mezclado con música tecno,
Escaparates, chulapos, 15M,
Párpados ateridos por el frío glacial de simples transacciones
 Y por Baños de Hedonismo deshilachado.

 Edulcórame a tientas los labios,
Sufro erosión gravitacional y estrés postraumático.
Existo sin más, sin nada porque luchar,
Como tantos otros volcanes durmientes
Jugando a dominar el arte de la papiroflexia,
Jugando al arte de vadear
La profunda fosa de las Marianas.

Todos los derechos reservados©. Diego Torres 2016


jueves, 4 de febrero de 2016

Bosques de azahar

De los luengos troncos de las palmeras
Brotan ratas de cartón y de piedra,
Ulula el viento placeres de ultramar,
Los trae consigo como abril el agua
E internet el culto a Narciso.

Aguadulce se esconde tras una espesa niebla
Y un par de universitarios beben litronas
Y fuman jureles en el espigón saboreando
Cada brizna de yerba y cada golpe de sal;
Se abren los brazos del mar con ansias de engullirlo todo:
Los raíles oxidados del poblado minero de las Menas,
el burro del tío Sebastián y sus chineras,
los bosques de azahar, el rugir de las acequias,
la espesura y el fresco aliento de las vinagreras,
la yerta mirada de un gato ante el canto de una cigarra,
el pan, la manteca y el azúcar,
 y Los hermanos Grimm versión VHS.

Némesis imparte justicia en la calle
Mientras en el dedal se dirime la soberanía catalana,
¡Qué decadente despertar!
El papel está impregnado de queroseno
Y se tambalean los triángulos.
Las balanzas marcan  con exactitud el peso
De lejanos disparos y muros ensangrentados;
Y yo sigo aquí, ajeno a tanta vendetta genética,
Buscando un tambor de hojalata
Desgastado y risueño,
Buscando manantiales puros y paisajes yermos,
Buscando alejarme del intenso sabor de los cafés
Y de  bulevares cianóticos y atestados.

*Chinera: Porqueriza, cochiquera.


Todos los derechos reservados©. Diego Torres 2016.








lunes, 25 de enero de 2016

Sin figuras geométricas ni axiomas

I


Jugábamos a ser invisibles
En el amparo del cálido desierto de tus sábanas,
Dos serpientes se retorcían en tus caderas
Y danzaban con mis dedos
Filmando el peligroso acto
Del efímero encuentro de dos sedientos anhelos.
Mi olfato alcanzaba tus penumbras,
Tus pliegues, tus curvas  están a salvo
De las polillas; el alcanfor emana de tus entrañas
Y bebo plácido tus ungüentos.
Una mezcla de sales y amoniaco
Empaña nuestro pequeño universo
De gemidos y sibilancias,
El parto se acerca en tu mirada
Yo desisto ante tus pliegues,
Claudico ante los abrazos de tus musculosas paredes;
Soy Geiser y comandante abatido,
Soy endorfinas, tejidos y vasos,
Soy Júpiter, soy chivo, soy costilla de Adán,
Soy yo, soy tú, soy energía, soy eterno.



II


En el café enjuagaba mis pulmones en alquitrán
Y tu mordisqueabas el limón de tu copa,
Y todo parecía que se movía al unísono,
Al compás de una recta, sin pausas ni prisas,
Sin figuras geométricas ni axiomas,
Sin miradas de soslayo
Ni aparente tedio.
Suena Pink Floyd,
Vuela un cerdo sobre la Battersea Power Station,
A escasos kilómetros
Salt and vinegar y júbilo súbito
Ante la victoria de los diablos rojos;
Tomemos una copa más, bebamos acordes deliciosos,
Bebámonos todos, bebamos el paso del tiempo,
Bebamos la tristeza y la desidia,
Saciemos nuestros más recónditos instintos,
Manchemos nuestras fotos y quememos nuestros recuerdos,
Resurjamos de nuestras cenizas
Para nacer en cada instante.


Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2015

lunes, 11 de enero de 2016

Breve tributo a Miguel de Cervantes

Pareciome ser docto en nada e ignorante de muchas verdades, aun así sobrevuela la arrogante y altiva voz acechando y esperando la grieta más ínfima para coronar el más alto trono que hubiere. Y es que la hermosura sedienta al enamorado y asfixia la inocente mirada del objeto deseado; y tan mala es la mesa llena como lo es vacía, y triste es la riqueza de las letras si el lecho está vacuo, si la soledad le acompaña por despecho, si se aleja de amigos, familia y de la realidad. Que el sabio no lo es por atesorar conocimientos sino por saber medir las cosas en su justa medida, no lo es por encarecer sus palabras, mas lo es por encontrar el sosiego y el comedimiento, es decir, la moderación de sus voluntades y deseos. 

Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2016.