I
Jugábamos a ser invisibles
En el amparo del cálido desierto de tus sábanas,
Dos serpientes se retorcían en tus caderas
Y danzaban con mis dedos
Filmando el peligroso acto
Del efímero encuentro de dos sedientos anhelos.
Mi olfato alcanzaba tus penumbras,
Tus pliegues, tus curvas
están a salvo
De las polillas; el alcanfor emana de tus entrañas
Y bebo plácido tus ungüentos.
Una mezcla de sales y amoniaco
Empaña nuestro pequeño universo
De gemidos y sibilancias,
El parto se acerca en tu mirada
Yo desisto ante tus pliegues,
Claudico ante los abrazos de tus musculosas paredes;
Soy Geiser y comandante abatido,
Soy endorfinas, tejidos y vasos,
Soy Júpiter, soy chivo, soy costilla de Adán,
Soy yo, soy tú, soy energía, soy eterno.
II
En el café enjuagaba mis pulmones en alquitrán
Y tu mordisqueabas el limón de tu copa,
Y todo parecía que se movía al unísono,
Al compás de una recta, sin pausas ni prisas,
Sin figuras geométricas ni axiomas,
Sin miradas de soslayo
Ni aparente tedio.
Suena Pink Floyd,
Vuela un cerdo sobre la Battersea Power Station,
A escasos kilómetros
Salt and vinegar y júbilo súbito
Ante la victoria de los diablos rojos;
Tomemos una copa más, bebamos acordes deliciosos,
Bebámonos todos, bebamos el paso del tiempo,
Bebamos la tristeza y la desidia,
Saciemos nuestros más recónditos instintos,
Manchemos nuestras fotos y quememos nuestros recuerdos,
Resurjamos de nuestras cenizas
Para nacer en cada instante.
Todos los derechos están reservados©. Diego Torres 2015