jueves, 25 de agosto de 2016

Reiki

La recta no acaba y no deja surco,
Acaso pequeños flecos de líneas discontinuas,
En el desierto solitario permanecen firmes los cactus
Y levanta el viento pequeñas motas de polvo;
En el amparo del fuego vespertino,
De la calada efímera, se concentran fotogramas
En un punto cualquiera, en un momento indefinido.

Bailan las rodaduras en esta autopista desconocida,
Como un águila que husmea  el horizonte
Y se escapa volando sin previo aviso,
Sin esfuerzo, la muerte es el olvido.

La piel divaga sin prisas al punto de partida,
Vuelve al atómico vacío,
Al baile eléctrico de la nada.

Y quedan radiografías inconexas que despiertan
Con un olor, un sabor, una imagen,
En esa fluorescencia diáfana y engañosa,
Quizás real o fantasiosa que crea nuestra mente.

Seres extraños ríen y argumentan
Bajo oscuras gafas,
Bajo la atenta mirada del minutero;
Sólo quedan historias contadas
Y mecanografiadas por morfemas repetidos.

Se escaparon las noches abiertas bajo las estrellas,
Se escaparon las noches en vela.

Nos une la literatura y la ficción,
La rutina y la tostada,
El tacto continuado,
El cerebro reptiliano
Y el inabarcable mundo de las emociones.

Todos los derechos están reservados©.Diego Torres 2016


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