jueves, 18 de junio de 2015

Sábanas blancas

Cuando crees que no puedes más, 
un ignoto aliento te levanta de un lecho de escamas,
del silbido de los vientos de otoño,
del profundo fango del paso del tiempo.

Y levantas la mirada, en silencio,
hay polvo en las paredes,
un reloj sin cuerda
y un barco de madera.

Corre el galgo tras una liebre,
Corre el borracho tras una botella.

Corren los madrileños 
en las bocas de los metros.
corren los manifestantes despavoridos.

Alzan banderas muertas,
con los puños en alto.

Alzan banderas muertas
y gritan letras prohibidas,
las partituras están ya gastadas,
carcomidas, anticuadas.

No hay cabida para el lobo
en este desierto árido.

En una oficina con inmensas cristaleras
se ha forjado una  gran venta.

Un abogado con pezuñas negras
llena de azufre una sala.
Un juez golpea una maza,
ríe, y ríe sin parar 
un gordo con corbata.

En un tren solo se escuchan
sonidos metálicos.
Va cargado de fantasmas
de sábanas blancas,
de tristes máscaras,
de tristes melodías,
de sueños apagados 
y manos cansadas. 


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