Cuántos
dejarán a su madre,
a la madre
del sol y la vida,
para caminar
por páramos
fríos y
sombríos.
En el
atardecer se vislumbran
los sueños de
un niño,
que añora los
cálidos días
en su regazo.
Ve como su
madre perece
lentamente,
en agonía.
Y no puede
hacer nada,
sino seguir
la dolorosa senda
de la
nostalgia y el dolor,
aferrándose a
la vida,
lejos de la
madre,
lejos de la
tierra
que le vio
nacer.
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