Un gran rompecabezas desola
a las sociedades liberales y en especial a los países inmersos en profundas
crisis económicas. Con este artículo pretendo dilucidar de forma breve y
concisa las razones de la decadencia moral y ética en la que está inmersa
nuestra nación.
Desde el fin del régimen franquista España ha vivido una
evolución cultural, política, económica y social sin precedentes. Aunque ya en
el franquismo se produjo un aperturismo económico a finales de la década de los
50, imperaba un crudo hermetismo ideológico y la frontera natural de los
Pirineos representaba fielmente la muralla opresora con la que el régimen
bloqueaba al país de la influencia intelectual y progresista del resto de estados
europeos.
Emerge la luz tras 36 años de oscuridad, una explosión orgásmica inunda el país; por fin se reconocen los derechos y libertades individuales,
la Iglesia abandona el poder y queda relegada a un segundo plano, la
literatura, la música y las películas malditas por la censura fluyen
por todo nuestra geografía. El feudalismo ideológico muere para dar paso
a una España globalizada, sin persecución y presos políticos y por supuesto sin
fronteras.
Queda sentado pues de forma muy resumida el contexto social que precede a
nuestros días. Si bien, hay grandes heridas que no han conseguido cicatrizar
como: la brecha económica norte – sur, la pobreza del sur derivada de las
políticas latifundistas, el fracaso de la industrialización del país, el
nacionalismo catalán y vasco, el dolor y odio no superado de la Guerra Civil y
los extremismos que nacen de ella. Como
decía Machado: -Españolito que vienes al mundo, una de las dos Españas ha de
helarte el corazón-.
¿Cuál es la razón de las profundas grietas de la sociedad
española? ¿Es el ateísmo que florece en España causa de un avance cultural o de
un vacío moral surgido por la nueva religión del consumismo y la imagen? ¿Ha
dejado la Iglesia de ser un referente? ¿Creen que nos encontramos huérfanos
ante un mundo basado en la competitividad y el placer? ¿Tienen sentido nuestras
vidas?
La Iglesia ha sido el guardián de las almas durante infinidad de siglos, empero hoy en día su fuerza y su luz se van apagando con el paso de los años. La ética y la filosofía están marginadas dentro de un sistema educativo ineficaz, basado en la especialidad, que arroja miles de seres manejables, individualistas e ignorantes. En España la educación es usada por nuestros políticos como un juguete al que se le puede arrojar y romper sin ninguna responsabilidad.
¿Qué es más peligroso para un país que una masa desprovista
de recursos para luchar contra una tiranía? La democracia española es irrisoria
y representa a una oligarquía podrida por la corrupción y un blindaje propios
de sistemas dictatoriales. Cada día creo menos en este tipo de sistema político
y más en una aristocracia de sabios para dirigir un país. La República de
Platón es un libro cada vez más actual a mi parecer. La mayoría del pueblo no
está preparado para hablar de política y ser partícipe de ella. Hemos
convertido nuestro país en un estado débil, proclive a caer en las garras de la
barbarie debido a la ineptitud de nuestros gobernantes, vendedores de humo,
ejemplos diáfanos de la desertización de nuestro espíritu.
Se han borrado de un plumazo la obligación del individuo
para con la nación, para la lucha por el bienestar colectivo y el progreso. Tan
solo importa el placer instantáneo, el triunfo económico y los derechos
individuales. Nos venden la austeridad, cuando ellos no la practican y toman
medidas que nos afectan a todos impunemente. Qué es una voto cada cuatro años,
qué es la libertad de echar espumarajos en los bares sino tenemos oportunidad
de cambiar nada.
Así crecimos los hijos del hedonismo desilustrado , los
hijos del neoliberalismo. La cooperación es un pecado e impera la ley del más
fuerte; estamos dispuestos a dilapidar el arduo camino hecho durante siglos en
pos del sufrimiento de generaciones
venideras. En este caos, en esta ciénaga, impera la confusión, no sabemos
quiénes somos, hacia donde nos dirigimos, tan solo importa el instante. No es
de extrañar que las enfermedades mentales proliferen en nuestra sociedad, que nuestros
jóvenes dejen de leer e interesarse por el conocimiento, que el alcohol y las drogas los adormezcan y
que el mal del conformismo impere a sus anchas. El daño está hecho, el mayor
problema no es la crisis económica es la orfandad derivada de la falta de valores.
A veces sueño con una sociedad donde la justicia rija sin
impedimentos, donde todos tengamos las mismas oportunidades, en la que seamos coparticipes
del avance y desarrollo de la nación, donde no nos prometan cuentos de hadas y
seamos ciudadanos en lugar de un maleable populacho.
No me siento participe de este festín de carroña, de este
teatro, quizás sea un antisocial, quizás debería olvidar todo lo aprendido y
adaptarme para conseguir los despojos de un mundo carente de lógica.
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