En la
lluvia de noviembre
Encontré mi llanto,
En la soledad de un grafiti
De algún edificio del extrarradio.
En los vidriosos ojos de una
anciana,
En los rítmicos movimientos
De un hombre con Parkinson,
En la espuma de una taza de
café vacía.
En el rugir de la mar bravía,
En las desgastadas maderas de las
vías de un tren,
En un rojizo atardecer ventoso,
En el silencioso y monótono
movimiento
De las velas en la noche de los
difuntos.
Encontré mi llanto en el vapor
Que vomita una alcantarilla
En el barrio de Whitechapel,
En los furiosos picotazos de los gallos
de pelea,
En las amarillentas páginas de un
viejo diccionario,
En los gruesos labios de una
prostituta mulata,
En el olor a orín de las
tabernas,
En el suave balanceo de los barcos
Atracados en un puerto.
Encontré mi llanto en los sin
papeles
Que esperan una jornada de
trabajo,
en la profusa barba de un sin
techo,
en la densa niebla del cielo de
Pekín,
la encontré en lo más profundo de
mi ser,
en lo más profundo de mis átomos.
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Diego Torres 2015